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«El Amo de la casa…»

Las Madres Claras ceden su imagen del Ecce Homo a la iglesia de San Julián de los Caballeros para que los fieles puedan rendirle culto y, de esta manera, continúe formando parte de la Semana Santa de Toro

El «Amo de la casa» era la manera familiar con la que las Madres Claras de la ciudad de Toro se dirigían al Ecce Homo, talla barroca del siglo XVII perteneciente al desaparecido monasterio de San Francisco.

Los tiempos cambian y la carencia de vocaciones ha provocado el cierre de un monasterio secular, el Real Convento de Santa Clara de Toro, fundado en su momento por Doña Berenguela de Castilla, hija primogénita del rey Sabio.

Además de su fecunda historia, sus muros han albergado, hasta el pasado sábado, 2 de marzo, al Santo Ecce Homo, objeto de devoción de muchos toresanos y uno de los pasos estrella de la Semana Santa de la ciudad.

En la tarde del sábado, en un acto emotivo, la madre abadesa del Real Monasterio de Santa Clara, Sor Mari Paz, cedió la famosa talla, propiedad de las religiosas, para rendirle culto en la iglesia de San Julián de los Caballeros y para seguir formando parte de nuestra Semana Santa.

Sus palabras, embriagadas por la emoción, recalcaron la labor y gestión, entre otros, de José Manuel Chillón para poder llevarse a cabo esta importante cesión.

Por última vez, en el genuino marco de la iglesia del monasterio, los abades en ejercicio de la Cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla pidieron a la madre abadesa permiso para realizar el traslado y procesionar al Santo Ecce Homo.

Acompañado por los presidentes de las distintas cofradías, cofrades, feligreses y devotos, el Santo Ecce Homo hizo su entrada en la iglesia de San Julián de los Caballeros, donde tuvo lugar una eucaristía oficiada por el Obispo de Zamora, Fernando Valera, y el comienzo del novenario de la imagen.

Esta cesión facilita, sin duda, el acceso al culto de la sagrada imagen, al mismo tiempo que su permanencia sigue enriqueciendo el patrimonio histórico artístico de la ciudad de Toro.

Como toresana agradezco, a través de estas líneas, a las Madres Claras su generosidad.

Fotos Obispado de Zamora y Fermín Valero

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