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El valor de un Horrocrux

La percepción del valor de las cosas ha cambiado y el que siempre sale peor parado es el arte

Está medido… y aunque parezca increíble, su sistema no está basado en dinero o en tiempo… sino en metros… 180 metros es lo que mide el scroll infinito que desarrolla una persona de media al día atendiendo a su smartphone, sumando las redes sociales, páginas de información variada e incluso de vídeos.

¿Esto qué significa? Obsolescencia programada al arte, a la cultura, a la reflexión, al análisis, al entendimiento… y a la crítica sobre la veracidad de la información que, literalmente, nos inunda cada día y, por supuesto, también a los sentimientos que nos generan, positivos y negativos.

Nuestro ritual y nuestro rictus a la hora de ejecutarlo es el mismo ante un titular de una masacre en un país, como el de un desastre económico, la canción de nuestro grupo preferido o el último cuadro de ese artista que una vez nos conmovió antes de su muerte… Arrastrar de pulgar… ése que usaban los emperadores romanos para otorgar muerte o vida, y que nosotros siempre ejecutamos en la misma dirección, la de la absoluta indiferencia por el mundo que nos rodea.

Colapsados por todos los datos del mundo, que jamás ningún ser humano soñó con tener en la palma de su mano, somos la sociedad más ignorante de la historia, que no sólo dejó de aprender, de descubrir y de maravillarse, sino que, además, olvidó todo lo aprendido. Somos la Edad Media Cibernética, toda una nueva generación de analfabetos emocionales, donde todo es susceptible de ser cuestionado y declarado ofensivo, una verdadera caza de brujas.

Y ninguno estamos exentos de ello, todos lo ejecutamos y todos lo alimentamos porque la percepción del valor de las cosas ha cambiado en la educación social, desde la base, en los gestos y los comportamientos, sin darnos cuenta… cada acto que realizamos, cada vez vale menos. Y el que siempre sale peor parado es el arte.

La música, presente y asociada en cada uno de los recuerdos de nuestra vida, fuente de un eterno dilema y de horas de discusión cada vez que evoluciona su formato… «La mejor manera de escuchar una canción es en vinilo»… ¿Cuántas veces habremos oído esa afirmación? Pero no, nunca hemos escuchado una canción, o un disco, con mayor calidad que ahora, más cómoda de transportar, de compartir, de disfrutar. Es un truco de magia increíble que usamos sólo en una dirección, para devaluarla. ¿Económicamente? También; pero de base, en las sensaciones que nos describía el ir a la tienda a ojear entre montañas de discos, encontrar el deseado, comprarlo e ir corriendo a casa a escucharlo, tocarlo, desplegar el libreto, leer las letras, ver las fotos, admirar el arte, guardarlo en tu colección… El valor de la parte de tu alma que le impregnabas en ese acuerdo tácito en el que, a cambio, te acompañaría el resto de tu vida… Y cuando lo prestabas dabas una parte de tu corazón en él, «con vuelta, ¿eh?»… Se le respetaba casi como a un miembro más de la familia. ¿Sonaba mejor? No, se vivía mejor.

Otro ejemplo incontestable es el de la fotografía. Jamás hubo la posibilidad, a cualquier nivel, de disparar tantas fotos (millones, incluso) de tanta calidad, definición indescriptible, edición superlativa, almacenamiento infinito… «increíbles poderes cósmicos… y un espacio chiquitín para vivir», y a la vez, de vida tan efímera y meta más banal… un «like». Y ya. Vida útil, 24 horas. Y ya. No hace demasiado, el álbum de fotos familiar era una ventana al pasado, eterna, de pocos elementos y enormes recuerdos, a cuyo alrededor se reunía la familia por tardes a revisarlo, a tocarlo, a hacer justicia a esa memoria colectiva de personas y experiencias vividas donde estaba depositada otra parte de tu alma, en múltiples pedazos. Otro ritual mágico perdido, escoger el carrete, evaluar cada uno de esos únicos disparos en esa celebración, «si valía la pena», dejar parte de ti en él… y, terminado, llevarlo a la tienda a revelar, colocarlo en el álbum y en tu memoria…

Todos tenemos nuestros horrocruxes, donde hemos depositado parte de nuestra alma, donde viviremos por siempre… siempre que los 180 metros diarios no los sepulten…

Foto J.

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2 comentarios

  1. Una buena iniciativa cultural, lo estáis haciendo muy bien tanto desde el Ayuntamiento como todos los que colaboráis. Os deseo el mayor éxito para este gran pueblo de Toro. Dar a conocer Toro es la mejor de las misiones. Un abrazo 🤗, y os animo a que sigáis en puntoycomarevista.es
    Elena las ✍🏻 manos hablan y el tacto en conexión con los sentimientos lo dicen todo🤗

    1. Muchas gracias, Isidro. Por nuestra parte, con este proyecto, Punto y Coma Revista, haremos todo lo posible por acercar a Toro al resto de lugares y de personas.

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