La fiesta del Corpus Christi engalana de nuevo las calles de Toro
La ciudad, con sus tradicionales altares, revive con emoción y fe la procesión de la Custodia en su Carro Triunfante
Aunque los actos de la fiesta tradicional del Corpus Christi comenzaron en la ciudad de Toro el jueves 16 de junio con el Triduo en la Colegiata de Santa María la Mayor, el día grande de la fiesta del Amor Fraterno empezaba en la mañana del domingo 19, muy madrugadora.
Despuntaba el alba cuando ya las cuadrillas de cofrades, colaboradores y vecinos comenzaban a engalanar las calles de la Ciudad de las Leyes. A media mañana ya lucían toldos, banderines, reposteros y colchas en las balconadas del recorrido procesional.
Se acercaba ya el mediodía, cuando altares levantados por diferentes cofradías, vecinos y hermandades empezaban a acicalar calles, plazas y plazoletas, incluido el atrio de la Colegiata, engalanado por la Archicofradía del Santísimo Corpus Christi para la ocasión.
Pasaban las tres de la tarde cuando las calles de, prácticamente, todo el recorrido comenzaron a llenarse de plantas aromáticas, sobre todo tomillo y lavanda, las imágenes ya lucían espléndidas en los altares y parte del patrimonio religioso de la ciudad estaba en la calle para asombro y admiración de toresanos y visitantes, que alababan el buen gusto y la dedicación de toda la ciudad.
A las seis menos cuarto, la directiva de la Archicofradía, junto con los maceros de la Real Colegiata, estaba puntual a recoger a las autoridades para asistir juntos a la solemne celebración eucarística, amenizada por el Coro «La Mayor», bajo la dirección del toresano José Manuel Chillón, y que daría los previos a la salida de la procesión del Santísimo Sacramento por las calles. Poco después de acabada la misa, y ya con el orden de procesión establecido en la calle, la Custodia «de Farol», bajo palio, trasladaba desde la capilla mayor hasta el baldaquino de plata el Santísimo Sacramento.
El Carro Triunfante que portaba la Forma Sagrada salió al atrio de la Colegiata, momento en el que sonó la «Alborada» compuesta por el toresano David Rivas, interpretada por Luis Antonio Pedraza y por la Banda de Música La Lira. La música de la banda local y el sonido de flauta y tamboril se levantaron al cielo de Toro, inundando el atrio y la plazuela de belleza inigualable y emoción sobria y sencilla.
La procesión discurrió con normalidad, el Santísimo bajó de su baldaquino, bajo palio de nuevo, para bendecir a los recién nacidos, que con mucha gracia estaban a los pies del altar levantado en el colegio del Amor de Dios, con una preciosa y elegante imagen de la Virgen Inmaculada.
Pese a la amenaza de lluvia, débil, que en la calle Tablarredonda intentó ser más fuerte, todo se quedó en un susto. Desde el torreón de su Monasterio, las monjas Sofías dejaron caer sus pétalos de flores al paso de la Custodia, y la procesión subió la Judería arriba.
Al llegar de nuevo a la Colegiata, los grupos locales de baile Tío Babú y Tierras de Toro hicieron ante el Santísimo el baile de los arcos y, seguidamente, los niños comulgantes lanzaron sus pétalos y flores al paso del Carro de plata. Una vez dentro de la Colegiata, se devolvió la Hostia Sagrada al altar mayor, desde donde el capellán impartió la bendición y se dio por concluida la procesión.
Fotos Daniel Cámara y J. M. de la Fuente