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Recuerdos de La Verónica

Con el rostro de Jesús grabado en su lienzo, procesiona en la Madrugada de Viernes Santo, organizada por la Cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla de Toro, tras la imagen titular de ésta, Jesús Nazareno

Aunque sabemos que la figura no es evangélica, la tradición medieval y los Evangelios Apócrifos sitúan a una mujer enjugando el rostro de Cristo en su Camino al Calvario, en cuyo lienzo queda impresa su Santa Faz; de hecho, «Verónica», de origen griego, significa etimológicamente ‘portadora de la Victoria’, portadora del «Verdadero Rostro de Cristo».

Regalada a la Cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla de Toro tras el incendio de Santa Catalina por la Asociación del Santo Sepulcro y la Soledad, siendo ésta, hasta aquel entonces, la Virgen que cerraba su desfile procesional y que sustituyó por otra más moderna del escultor madrileño Tomás Parés.

A pesar del cambio de figura representativa, la imagen está perfectamente encajada en el papel que debe desempeñar, de bello rostro, cabello primorosamente tallado y expresión soñolienta y de triste enamorada.

Desarrolla un perfecto papel en el cortejo de la procesión tras la imagen de Jesús Nazareno, al que complementa y cierra su escena, y parece ir mostrando el milagro realizado en su velo.

Solamente son de talla sus manos, cabeza y el pie derecho, que deja ver ligeramente adelantado y que le da movimiento.

Talla barroca, influenciada por el gusto del siglo XVIII de hacer imágenes de vestir, o de candelero.

Sin embargo, la dulcificada belleza de la imagen tiene el gusto del Levante español, sobre todo su excepcional cabeza, tallada y policromada con veladuras y carnaciones suavísimas al más puro estilo de Francisco Salzillo y Alcaraz, el afamado escultor murciano a quien se le atribuye, cuya Dolorosa, realizada para la Cofradía de Jesús Nazareno de la capital murciana y fechada hacia 1757 fue, y es en multitud de ocasiones, imitada y motivo de inspiración para el diseño de otras muchas imágenes, y desde luego de ésta, nuestra Verónica.

No hay que hacer muchas averiguaciones para darse cuenta que su desconocido autor conocía en profundidad la obra del genial escultor, sus técnicas, sus métodos de policromías y también sus exquisitos gustos.

Es una imagen cuya fuerza radica en su bello rostro, donde posee todo su conjunto expresivo, hermosura, conformidad, sorpresa, desconsuelo, fortaleza, dolor, majestad, elegancia… Esto lo consigue con unas carnaciones pálidas y sonrosadas, en contraposición con la mirada fija y profunda, que se dirige al espectador. Recoge primorosamente el pelo, aparentemente humedecido, en un tirabuzón que reposa sobre el lado derecho de un hermoso y sensual cuello, y deja ver en toda su perfección las sorprendentes orejas de la imagen; además, tiene ojos de cristal, de color gris-verdoso, y unos labios carnosos en tono carmín que le acentúa, aún más, su dulce expresión.

La Verónica de Toro. Foto Marisol Cámara

Presidió, junto con las imágenes de la Virgen de la Soledad y el Ecce Homo, uno de los retablos laterales de la capilla del Real Monasterio de Santa Clara, donde recibió culto durante 30 años, hasta que Santa Catalina es restaurada.

Es alumbrada por dos candelabros de plata con guardabrisas con cirios de cera.

Luce una preciosa túnica de corte veneciano en terciopelo negro con bordados y remates en azabache, estrenada en 2005. En la antigüedad, la imagen lucía una toca negra sobre su cabeza al estilo del traje típico de la ciudad, por este motivo ha sido tocada con mantilla clásica española, recordando así el modo de asistir de la mujer castellana a los Oficios del Jueves Santo. Remata su cabeza una corona-aureola de plata dorada.

Es portada por dieciocho cargadores de túnica negra sobre unas magníficas andas en madera de cerezo, diseñadas y talladas en 2005 por el artista zamorano José Antonio Pérez, cuya inspiración es fruto de la belleza de las rosas que siempre lleva a sus pies en la Madrugada del Viernes Santo. La mesa tiene cuatro centros de talla de madera, donde está recreado el escudo-anagrama de la Cofradía y el pañuelo con la cara de Cristo, reseña de la imagen.

 

Mujer, Verónica, ¡qué nombre

qué tremenda evocación

qué espejo del corazón

para el corazón del hombre!

Nadie se extrañe ni asombre

de Verónica tan plena

ha retratado la pena

del mismo Dios su blancura

en la bandera segura

de la legión Nazarena.

(José Manuel de la Fuente)

La Verónica de Toro. Foto Marisol Cámara

Fotos Marisol Cámara

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